Todos los días gestionamos
riesgos
de forma
voluntaria e involuntaria
. Desde ir a hacer el mercado, pasar una calle, empezar un negocio e incluso formar una familia, son algunas de las situaciones en las que día a día ponemos en práctica la
gestión del riesgo.
La
gestión adecuada de los riesgos
, más allá de ser una práctica, es una
herramienta
fundamental para garantizar el
cumplimiento de los objetivos
que nos marquemos y proteger el valor que demos a los mismos.
¿Qué es la gestión de riesgos?
La
gestión de riesgos
es el proceso para
identificar, analizar y responder
a distintos factores de riesgo durante un proyecto, emprendimiento o propósito de vida, o para ponerlo en términos muy sencillos, este tipo de gestión permite controlar
eventualidades o situaciones
inesperadas que pudieran presentarse en el futuro.
¿Qué ventajas existen en la gestión del riesgo?
La palabra
‘riesgo’
no siempre debe ser vista como una
situación adversa
, de ella también se puede sacar el
máximo provecho
y
ventajas inimaginables
para beneficio propio.
¿Cuáles son las formas de tratamiento de los riesgos que existen?
Las 7 formas para el debido
tratamiento de los riesgos
son:
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Eliminar la causa / disminuir la fuente.
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Eliminar el riesgo.
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Disminuir la probabilidad.
-
Disminuir el impacto.
-
Compartir el riesgo.
-
Asumir el riesgo.
-
Aumentar el riesgo.
¿Cómo podemos aplicar el tratamiento de los riesgos a nuestra vida?
Sabemos que el simple hecho de levantarnos de la cama ya implica un
riesgo
, ya que pueden ocurrir
distintas situaciones
que comprometan nuestra
integridad
y que podemos o no prever. Para entender el
tratamiento de los riesgos
en nuestra vida, propondremos unos ejemplos con los que usted se sentirá muy identificado.
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Eliminar la causa / disminuir la fuente:
La fuente
es quien genera el riesgo. Por ejemplo: El consumo de alcohol en exceso nos puede poner en situaciones de riesgo de todo tipo; social, de salud, laboral, riesgo de accidentes, etc. Eliminar el alcohol como causa, evidentemente genera un impacto latente en la disminución del riesgo.
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Eliminar el riesgo:
se enfoca en tratar el riesgo. Si el riesgo es de caída de una altura considerable, simplemente se elimina el riesgo de caída, no exponiéndose a las actividades en las que se exige estar ubicado a esas alturas.
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Disminuir la probabilidad:
se trata de disminuir el riesgo. Por ejemplo, sabemos que conducir motocicleta implica un nivel de riesgo de caídas o de accidentes graves. Una manera de disminuir la probabilidad de que se materialice alguno de estos riesgos, es conducir con menos frecuencia la motocicleta, en trayectos mas cortos, o durante menos tiempo.
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Disminuir el impacto:
se enfoca en asumir el riesgo en una menor proporción. Por ejemplo, si voy a una zona de alto riesgo de delincuencia en la ciudad, procuro llevar lo estrictamente necesario, es decir, poco dinero, nada de joyas y solo los documentos claves. Si llego a ser víctima de hurto, perderé poco.
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Compartir el riesgo:
se trata de tener un riesgo o pérdida compartida. Por ejemplo, cuando compro una póliza de seguro para mi automóvil y este es robado, tanto la aseguradora como yo asumimos un porcentaje del valor total del vehículo. Compartí el riesgo de robo con mi aseguradora.
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Asumir el riesgo:
Se trata de tener conciencia del riesgo, y estimar la mayor pérdida posible, de tal manera que se esté dispuesto a asumirla. El riesgo de perder una suma de dinero en un casino apostándola es muy alto. Si entro a un casino, debería ser con la conciencia de asumir el riesgo de perder cierta cantidad de dinero. NO me tomará de sorpresa el hecho de perderla.
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Aumentar el riesgo:
En algunas situaciones de la vida, es posible que sea necesario aumentar el riesgo a cambio de la probabilidad de cambios provechosos. Es menos riesgoso quedarse en un empleo conocido, que asumir un nuevo reto profesional, con todo lo que implica, pero asumir ese riesgo, o aumentarlo, podría ser un generador de beneficios en muchos aspectos.
¿Qué dicen los expertos?
Las empresas
en general, conocen estos conceptos y los usan para tomar decisiones respecto a la manera en que enfocan la gestión del riesgo. Normalmente dividen sus esfuerzos en dos frentes: Un 80% de los controles de seguridad se centran en disminuir la probabilidad de la ocurrencia del suceso, y el 20% en disminuir el impacto del riesgo ya materializado.
Por supuesto en cada caso las proporciones y las decisiones serán diferentes, pero es muy interesante buscar en este nuevo conocimiento, la posibilidad de tomar acciones enfocadas a enfrentar toda clase de riesgos a los que nos vemos sometidos.
Vuelva a leer este artículo y trate de pensar en sus propios ejemplos. Talvez descubra nuevas maneras de mitigar situaciones de riesgo a las que siempre se enfrenta.